Por Robert Destro, Subsecretario de Estado para Asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo
En el dividido mundo actual, sería fácil pensar que no hay nada en lo que todas las naciones puedan estar de acuerdo, y todas las culturas abrazar como una parte integral de sus comunidades. Pero el Día Internacional de los Derechos Humanos, conmemorado hoy 10 de diciembre, nos recuerda que no hace tanto tiempo que el mundo se reunió para hacer precisamente eso. El 10 de diciembre de 1948, las Naciones Unidas unánimemente adoptaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), una colección de derechos que se merece todo individuo. Derechos tales como estar libre de tortura y tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes. Derechos tales como la libertad de religión o creencias. Las libertades de expresión, de asociación y asamblea pacífica. El derecho de formar y afiliarse a sindicatos laborales. Bajo la DUDH, todo ser humano en el mundo puede considerar estos derechos como suyos de nacimiento, sin importar su ciudadanía o afinidad.
La palabra “universal” en el título de la DUDH fue incluida con intención, demostrando que la DUDH fue un producto de consenso entre una amplia gama de tradiciones de derechos globales. Si bien nos enorgullece que la estadounidense Eleanor Roosevelt haya presidido la comisión que la redactó, trayendo consigo las creencias expresadas en nuestra Declaración de Independencia, la cual sostiene que todas las personas “han sido dotadas por su Creador con ciertos derechos inalienables”, los redactores representaron antecedentes y tradiciones intelectuales nacionales, étnicos y culturales variados. Por ejemplo, René Cassin era un vasco judío de Francia que posteriormente recibió el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en la DUDH. Charles Malik era un cristiano maronita de Líbano que huyó de los nazis en los años 30. El chino Peng Chun Chang aportó una fuerte influencia confucianista a la comisión.
La DUDH surgió de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, la cual demostró que los gobiernos no tenían consideración por los derechos de sus ciudadanos ni, similarmente, ninguna reservación respecto a sumir al mundo en un terrible conflicto sólo con el fin de conseguir sus retorcidas metas. Los fundadores de las Naciones Unidas sabían que la paz sólo se lograría cuando se respetaran los derechos humanos, y se embarcaron en la misión de crear un marco común que todas las naciones pudieran acoger –un conjunto de derechos universales que reconocieran la primacía de la dignidad humana individual.
Lamentablemente, cualquiera que lea las noticias hoy en día puede ver que los derechos humanos y libertades fundamentales comunicadas en la DUDH no son respetadas por todas las naciones. Algunos de los peores abusadores de los derechos humanos estuvieron entre los adoptantes originales de la DUDH que se comprometieron a la defensa precisamente de esos derechos.
El gobierno chino ha forzado a más de un millón de uigures y miembros de otras minorías musulmanas a campamentos en la región Xinjiang de China desde abril de 2017. Los alegatos de trabajos forzados, torturas y otras condiciones inhumanas en los campamentos ponen en evidencia la falsedad de las afirmaciones del gobierno chino de que el propósito de los campamentos es la educación. Aún aquellos que viven afuera de los campamentos son robados de toda semblanza de libertad gracias a un sistema siempre presente de vigilancia que los atrapa en una prisión al aire libre.
En Venezuela, Maduro tras saquear una de las naciones más ricas de la tierra, ha causado que más del 20 por ciento de la población salga huyendo. La brutal represión de los derechos humanos continúa hasta la fecha con reportes creíbles de asesinatos extrajudiciales, tortura y supresión de las libertades de expresión y asociación. La respuesta de Maduro a la oposición política ha sido el hostigar, amenazar y agredir a los líderes de la oposición con violencia a través de medios legales y extrajudiciales. Su incompetente abuso del poder les ha negado a los venezolanos el acceso a las necesidades más elementales de una sociedad funcional. Cuando los venezolanos salieron a las calles a protestar su mal gobierno, Maduro salvajemente reprimió a los inconformes, y cortó el Internet para frenar su habilidad de comunicar sus quejas.
En Irán, el régimen del Líder Supremo, que no es elegido, da prioridad a promover el caos regional en lugar de mejorar las vidas del pueblo iraní. Los choferes y maestros cuyo único crimen fue solicitar recibir sus salarios han sido acosados, y de acuerdo a algunos reportes, arrestados y torturados. La larga historia de discriminación severa contra mujeres por parte del régimen, continúa sin tregua, y hay casos de mujeres sentenciadas hasta 23 años de prisión por no utilizar burka en público.
La organización rusa de derechos humanos “Memorial” enlista 315 prisioneros políticos en Rusia, cifra que subió de los 195 listados el año pasado. Se reporta que 200 de ellos están en prisión por ejercer su libertad de credo. El gobierno cada vez más restringe la libertad de expresión y de internet, y la sociedad civil y la prensa independiente enfrentan acoso constante, campañas de difamación, amenazas y violencia. En la República de Chechenia, se reporta tortura, desapariciones forzadas y ejecuciones masivas extrajudiciales con total impunidad.
Desde la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, han habido logros extraordinarios de libertad humana que hacen que los retrocesos de esas naciones generen más conmoción. Por ejemplo, la lucha contra el apartheid en Sudáfrica en la década de los setenta, así como las etapas de paz y reconciliación en los ochenta y noventa. El movimiento solidaridad en Polonia en donde trabajadores exigieron al gobierno respeto a su derecho de vivir y trabajar sin miedo a la represión y represalia. El sinnúmero de historias individuales de personas que defienden sus derechos, desde un grupo de mujeres indígenas forzadas a vivir en esclavitud sexual en Guatemala que tuvieron el valor de dar su testimonio ante una corte, hasta Malala Yousafzai, que sobrevivió a un disparo a la edad de 15 por talibanes armados en Paquistán por el simple hecho de asistir al colegio, y que resultó en ser una voz firme, decidida e inspiradora para la equidad a pesar del atentado y las amenazas constantes.
El diverso grupo que redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos encontró un propósito en común en los derechos universales que perfilaron. Ellos entendieron que las naciones del mundo tienen un deber una con la otra: defender la dignidad humana y proteger los derechos humanos que corresponden a cada individuo. No solamente los gobiernos tienen este deber. Los gobiernos, a fin de cuentas, están compuestos por individuos. Cada persona tiene un papel en la protección y defensa de los derechos humanos.
¿Cómo podemos hacer esto? Todos podemos educarnos sobre derechos humanos, aprender sobre los derechos que nos garantiza la Declaración Universal de Derechos Humanos, y enterarnos sobre los retos que enfrentan los derechos humanos alrededor del mundo. Todos podemos unirnos contra el abuso y sumarnos a la demanda de rendición de cuentas, llamar la atención sobre estados que abusen de derechos humanos y exigir que cumplan sus compromisos y respeten los derechos humanos. Podemos exigir a nuestros gobiernos que alcen la voz cuando los abusos se llevan a cabo en otras partes del mundo. Podemos exigir que las naciones cumplan con la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Puedo asegurarles que Estados Unidos y su pueblo continúan comprometidos con los derechos humanos. Estamos en el frente, abogando por que cada persona alrededor del mundo goce sus derechos de la misma manera que los estadounidenses se enorgullecen de gozarlos todos los días.
Después de todo, estas libertades son derechos por nacimiento de cada persona, como lo declaró la comunidad de naciones el 10 de diciembre de 1948.